El pasado 15 de noviembre, un grupo de varones de Gracia Cuernavaca nos reunimos no solo para practicar deporte, sino para ejercitar algo vital en la vida de la iglesia: la convivencia. Entendemos que la vida del cuerpo de Cristo no se limita al domingo en el banco de la iglesia; se extiende a cada aspecto de nuestra existencia.
La disciplina y el compañerismo
Aunque las Escrituras nos recuerdan que el ejercicio corporal tiene un provecho limitado comparado con la eternidad, no deja de ser un regalo de la gracia común de Dios.
“Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera.” — 1 Timoteo 4:8
El deporte nos ofrece un escenario práctico para ejercitar el dominio propio, la paciencia y el respeto mutuo en medio de la competencia.
Unidad en la diversidad
Estas actividades informales son el “cemento” que une los ladrillos de la congregación. Nos permiten conocernos en facetas diferentes, reír juntos y fortalecer la confianza necesaria para cuando llegue el momento de exhortarnos, consolarnos y llevarnos las cargas los unos a los otros (Gálatas 6:2). Jugamos para la gloria de Dios, disfrutando de la salud y la amistad que Él nos concede.
Galería de Momentos
