El pasado domingo 7 de diciembre, nuestra reunión de jóvenes se llenó de expectación al abrir el Nuevo Testamento. Lejos de las luces comerciales y el ruido de la temporada, centramos nuestros corazones en Mateo 1:1–17, un pasaje que a simple vista parece una lista de nombres antiguos, pero que en realidad contiene la “cédula de identidad” del Rey del Universo.
Fue un tiempo precioso donde recordamos que nuestra fe no está basada en sentimientos, sino en hechos históricos y en la fidelidad inquebrantable de Dios.
1. El Cumplimiento de un Plan Eterno
Aprendimos que Jesús no apareció en la historia por accidente. La genealogía nos muestra que Él es el heredero legítimo de las promesas hechas a Abraham y al Rey David. Dios no improvisa. Durante siglos, Él estuvo tejiendo la historia para traer bendición, perdón y vida nueva a todas las naciones a través de este “nacimiento más esperado”. Ver la fidelidad de Dios en el pasado nos da una seguridad inamovible para nuestro futuro.
2. Gracia para los Imperfectos
Algo que nos impactó profundamente fue ver a quiénes eligió Dios para formar parte del linaje del Mesías. Mateo incluye a mujeres con historias difíciles y polémicas, y a hombres lejos de ser perfectos. Esto nos revela el corazón de la Navidad: Jesús vino para los pecadores. Su gracia no se limita a un grupo selecto de “gente buena”; su salvación alcanza a todos, sin importar nuestro pasado, nuestros errores o nuestra situación actual. Si Dios pudo usar esas vidas para traer al Salvador, Su gracia también es suficiente para nosotros hoy.
3. Verdadero Dios y Verdadero Hombre
Finalmente, nos maravillamos ante el milagro de la Encarnación. Jesús nació de una virgen (obra del Espíritu Santo) pero fue adoptado legalmente por José (del linaje de David). Esto confirma que Él es 100% Dios y 100% humano. Tiene el derecho divino por su naturaleza y el derecho legal al trono por su genealogía. La Navidad es, en esencia, la llegada real del Rey que trae la única justicia y paz verdaderas que nuestro mundo anhela.
Galería de la Reunión